Milagro salteño
Desde la infancia te amé,dulce Cristo del Milagro,
al ver tus ojos cerrados
que escondían la victoria.
Tú protección amorosa
llenaba mi corazón,
y cual capullo de rosas
sentía abrir mis entrañas
en los días de septiembre
en primaveras de amor.
El rojo fulgor del alma
se mostraba en los claveles
que a Tús pies resplandecían
como signo de esperanza.
A Tu lado la más bella
de las hijas de esta tierra
Madre amada y admirada,
Madre de claveles blancos.
Protectora universal
que se quedó en esta tierra,
para mudar de color,
para amarnos sin medida.
Bendito seas Milagro,
por la fe y por la alegría;
Bendito seas Milagro,
por renovar Vuestro Pacto,
por quedarte con nosotros
en claveles rojos y blancos.
AZUR
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